Un piloto devoto vuela con un perro de un refugio 450 millas, dándole la oportunidad de ser querido por una familia durante sus últimos días.
Ashlyn era una perrita mayor que vivía en un refugio de Carolina del Norte y no se encontraba bien. Había perdido mucho peso y tenía sarcomas, que eran tumores malignos debajo de la piel. Pero no era demasiado tarde para encontrar oro.
Cuando la New England Humane Society (NEHS) identificó un hogar adecuado para que Ashlyn pasara las últimas semanas de su vida, todo lo que necesitaba era un medio para llegar allí. Así que el fundador de Flying Fur Animal Rescue (FFAR), Paul Steklenski, decidió traerla en su avión.
Steklenski se puso triste mientras piloteaba el avión con Ashlyn en el asiento a su lado, pensando que este podría ser su último vuelo a algún lugar.
Aunque Steklenski está acostumbrado a transportar cachorros necesitados a refugios para que puedan encontrar hogares amorosos (normalmente transporta entre 15 y 30 perros al mes), los perros mayores son los que más le conmueven. “Esos son los perros en los que realmente te concentras por lo que están pasando”, explicó Steklenski a The Dodo.
Ashlyn estaba nerviosa por el trayecto de dos horas. “Al principio parecía un poco distante”, comentó Steklenski. “Después se abría un poco y se acercaba”.
Seguramente la hizo sentir mejor al darle golosinas para perros. “Luego me dio una pata, luego la otra”, explicó.
“Luego apoyó la cabeza en mi regazo”, explicó Steklenski. “Eso significa mucho para mí. Eso es lo único que importa. Ese es el premio en sí mismo”.
En 2013, Steklenski decidió dedicarse a volar como pasatiempo, al mismo tiempo que adoptaba un perro. En aquel momento, ambos aspectos no tenían relación entre sí, pero poco después se entrelazaron irremediablemente.
“Fuimos a tiendas de mascotas, luego a refugios y empezamos a descubrir la diferencia”, dijo Steklenski a The Dodo el año pasado. Cuando descubrió cuántos animales necesitados hay en los refugios, decidió darle un buen uso a su nuevo pasatiempo.
Ashlyn no estaría donde está ahora si no fuera por él. Si bien todos asumieron que la iban a trasladar al hospital, su recuperación llevó a los rescatistas a creer que podría tener más tiempo del que imaginaban.
“Su estado me dejó atónita cuando la traje del aeropuerto”, dijo a The Dodo Tracy Lander, que tiene tres perros y lleva dos años cuidando perros para el NEHS. “Había perdido 17 kilos y su peso óptimo es de entre 29 y 32 kilos. Vino a verme con un jersey y, cuando me lo quité, pude ver todas las costillas”.
Lander comenzó a alimentar a Ashlyn tres veces al día para ayudarla a ganar peso. También le dio vitaminas para ayudarla a lidiar con sus numerosos problemas de salud, que iban desde problemas de piel (inducidos por quemaduras químicas) hasta cánceres.
Ashlyn empezó a cambiar poco a poco. “Sale más”, observó Lander. “Come de maravilla… y me adora”.
Ashlyn incluso ha comenzado a acariciar a Angel, otro de los perros de Lander. Xander, el perro mestizo de boxer de Lander, también ha expresado su interés en conectarse con Ashlyn. “Simplemente se acerca a Ashlyn y comienza a lamerla”, dijo Lander. “Cree que puede curar a todos con su boca”.
Ashlyn se mudó con los Landers en enero y nadie sabía cuánto tiempo estaría allí. Ahora que es abril, ya no piensan en ella como la perrita de la fiesta, sino como alguien que les recuerda que hay que vivir el presente y apreciar cada día, lo que siempre es una lección maravillosa.
“Ella entiende que la adoran”, añadió Lander. “Pase lo que pase, sabe que la quieren”.
Nadie esperaba que Ashlyn diera un salto tan importante el día que subió al avión de Steklenski. Pasó de ser una perrita cansada de un refugio a convertirse en miembro de una familia amorosa, que es precisamente la razón por la que Steklenski hace lo que hace.
“Nunca imaginé descubrir algo tan maravilloso, tan gratificante, que eclipsaría prácticamente todo lo demás en mi vida”, comentó Steklenski.